sábado, 7 de marzo de 2009

El orgasmo visto científicamente

"Lo más interesante que encontramos fue que durante el orgasmo todas las regiones del cerebro relacionadas con el miedo o la alerta se apagan, y esto es algo que nunca habíamos visto". (Gerst Holstege, de la Universidad de Groningen, en Holanda, conclusión basada en un examen con un escáner de emisión de positrones (TEP) en los cerebros de 13 mujeres y 11 hombres cuando experimentaban un orgasmo).

El orgasmo produce una especie de trance; nos aleja del miedo y de la ansiedad, y en el momento del clímax sobreviene una especie de apagón momentáneo del cerebro.
Hay sutiles aunque importantes diferencias entre los orgasmos de ellos y ellas. En las mujeres, el apagón es mucho más acusado que en los hombres, aunque en estos últimos los centros del miedo también se desactivan.
Parte del experimento consistía en pedirles a ellas que fingiesen. "Obviamente, en los hombres no fue difícil determinar si alcanzaban un orgasmo o no, pero en las mujeres no es un asunto fácil, ya que podían fingirlo", dice Holstege. El escáner cazó la mentira. ¿Qué ocurre en el cerebro de una mujer cuando miente así? "Se activó la región del córtex motor que controla voluntariamente el movimiento pélvico. En realidad, esta región no se enciende cuando un orgasmo es real".
En el hombre, uno de los aspectos menos comprendidos es la eyaculación. Al parecer, el cerebro no se ve envuelto a la hora de enviar la señal específica al pene para que el semen salga disparado. Los expertos se inclinan por pensar que es un fenómeno que depende de un reflejo nervioso de la médula espinal. Un tipo de neuronas llamadas espinotalámicas, localizadas en la región lumbar, tienen la llave: si se estimulan, provocan eyaculaciones en las ratas en casi el cien por cien de las veces. Sin embargo, es cierto que la voluntad consciente por parte del hombre es capaz de retrasar la eyaculación, por lo que el cerebro debe cumplir algún papel antes de que se produzca el fenómeno. Así que, desde el punto de vista científico, la búsqueda de un centro del orgasmo masculino en el cerebro continúa eludiendo los esfuerzos de los científicos.En el hombre el orgasmo es breve, dura unos segundos, tras los cuales necesita un periodo de descanso para volver a empezar el ciclo. Algunos estudios sugieren que algunos hombres son capaces de sentir orgasmos múltiples -sin que tenga lugar la eyaculación-, llamados "orgasmos en seco".
Pero quizá donde más mitos se han vertido es sobre el pene humano y su tamaño. La longitud del pene humano en reposo puede ser muy variable entre individuos; sin embargo, en erección, esta diversidad se reduce notablemente. Por otra parte, en los gorilas, el pene apenas sobrepasa los tres centímetros, mientras que en el hombre mide unos doce centímetros. ¿Por qué esa discordancia entre tamaño de cuerpo y longitud? ¿Por qué el pequeño ser humano tiene un pene tan desproporcionado? Una hipótesis sería que un pene más grande es capaz de proporcionar más placer a la mujer al permitir mayores posturas copulatorias, lo que no deja de tener su base. Sin embargo, y de acuerdo con Jared Diamond, profesor de Geografía de la Universidad de California en Berkeley, en su obra Why sex is fun (Por qué el sexo es divertido), los orangutanes son capaces de dejar en ridículo al hombre en cuanto a posturas sexuales con un miembro mucho más pequeño: el acto puede durar hasta quince minutos, en comparación con los cuatro minutos de media en los humanos.
El orgasmo en la mujer puede durar entre veinte segundos y dos minutos. Hay una diferencia sustancial con el masculino: ella no lo necesita para producir un óvulo ni para tener hijos, mientras que en el hombre, el orgasmo es una estación obligatoria para que se produzca la eyaculación, y por tanto, indispensable para la transferencia de genes.

Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo se producen unos 100 millones de actos sexuales cada 24 horas. Visto lo visto, parecería estúpido preguntar por qué las mujeres tienen orgasmos. En realidad, tendríamos que reformular la cuestión: ¿por qué, según las estadísticas, solamente el 25% de las mujeres experimentan un orgasmo durante el acto sexual? Sólo hay respuestas parciales. El sexólogo Stuard Brody, de la Universidad West Scotland, descubrió que las chicas que se contoneaban al andar experimentaban más orgasmos vaginales que las que no (Journal of Sexual Medicine). Y encuestas realizadas en mujeres gemelas sugieren que la variabilidad de los orgasmos podría tener raíces genéticas en un 45%. Los genes supuestamente responsables aún no han salido a la luz.

Hasta la fecha, los estudios científicos no han descubierto evidencias que relacionen la fertilidad de una mujer con su capacidad de sentir un orgasmo.

La represión del deseo sexual impuesta por las religiones ha operado en la sociedad occidental durante los cuatro o cinco últimos siglos hasta la década mítica de los años sesenta. De acuerdo con Muchembled, esta represión puede haber funcionado como una fuerza dinámica que ha hecho posible la sociedad moderna con sus economías capitalistas. ¿Cómo es posible? En lo que se refiere a la gestión del orgasmo y el sexo antes del siglo XVI, "la sociedad era en realidad muy abierta y libre, y ocurrió igualmente durante la Edad Media", comentó recientemente este historiador al programa de radio de la BBC Thinking allowed. "Quiero decir que por entonces había una gran cantidad de bastardos y sexo fuera del matrimonio, y que no había represión contra la sodomía ni contra la bestialidad (actos sexuales con animales)". A mediados del siglo XVI esta represión empieza a tomar forma mediante los nuevos crímenes sexuales creados por el poder. "La brujería estaba relacionada con la sexualidad, ya que las brujas se supone que hacían el acto sexual con los demonios". Se empezó a castigar duramente la sodomía en toda Europa. En 1660, por ejemplo, un joven escritor francés que producía relatos pornográficos fue obligado a pedir perdón enfrente de la catedral de Notre-Dame antes de que se le cortara la mano derecha. Luego fue quemado vivo.

Estos crímenes sexuales iban contra el poder de los reyes o de la Iglesia, pero al mismo tiempo crearon una tensión entre la libido y el deseo del individuo que chocaba frontalmente con los designios de estos poderes. A finales del siglo XIX, por ejemplo, los doctores aseguraban que si una persona se masturbaba, seguramente moriría "en unos cuantos meses", algo que hizo que William Gladstone, que llegaría a ser primer ministro británico en 1968, admitiera el onanismo en su época de estudiante y creyera que "iba a perder la vida", según Muchembled. Toda esta energía asociada al impulso sexual fue enfocada hacia la creatividad artística, cultural y económica en la que se enraíza el capitalismo y la separación de la influencia de la religión en las sociedades -la secularización-, según la fascinante conclusión de este historiador: todo un esquema freudiano retroactivo.

Tomado de: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Orgasmo/elppgl/20090307elpepusoc_3/Tes

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EL gran maestro que me enseñó y ya está de viaje por el centro de la Galaxia. http://www.udea.edu.co/wps/portal/udea/web/inicio/udea-noti...