EL gran maestro que me enseñó y ya está de viaje por el centro de la Galaxia.
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Alonso Sepúlveda Soto, el esteta científico
25/02/2020
En medio de un adiós, hoy en la Alma Mater se recuerda a Alonso Sepúlveda Soto como un maestro de maestros.
Alonso Sepúlveda Soto Fotografía: Alexander Monsalve
Pasó más de cuarenta años en la docencia y la
investigación, actividades que desarrolló en la Universidad de
Antioquia, la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín y la
Universidad Pontificia Bolivariana.
Además de ser un físico, interesado en electromagnetismo y
la física de fluidos, Alonso dedicó una buena parte de su vida a la
contemplación estética del arte y los fenómenos naturales. Entre sus
compañeros de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la
Universidad de Antioquia era mejor conocido como ‘El mago
Merlín’, porque hacía magia con las matemáticas y tenía el poder de
hacerle entender de física a personas de cualquier rama del
conocimiento.
Después de egresar del programa de Física de esta Alma Máter, cursó un máster en Artes en Hunter College de la City University de Nueva York, programa que le serviría como fundamento de sus búsquedas en campos como la astronomía, la física y la matemática. De esto dejó testimonio en sus libros: Estética y simetrías (2003), Electromagnetismo (2009), Física matemática (2009), Un viaje en el espacio y el tiempo (2010), Los conceptos de la física: evolución histórica (2012) y El instante luminoso (2012), Bases de astrofísica (2013).
Después de egresar del programa de Física de esta Alma Máter, cursó un máster en Artes en Hunter College de la City University de Nueva York, programa que le serviría como fundamento de sus búsquedas en campos como la astronomía, la física y la matemática. De esto dejó testimonio en sus libros: Estética y simetrías (2003), Electromagnetismo (2009), Física matemática (2009), Un viaje en el espacio y el tiempo (2010), Los conceptos de la física: evolución histórica (2012) y El instante luminoso (2012), Bases de astrofísica (2013).
Su amigo y discípulo, el profesor Guillermo Pineda Gaviria, afirma que su asunto era la sensibilidad: «Apreciaba
las teorías, la física, desde la perspectiva estética y de la misma
manera apreciaba el resto del mundo, porque fue un enamorado de la
belleza en todas sus manifestaciones. Y a través de esta forma
de apreciar las ciencias exactas, más allá de sus ecuaciones
matemáticas, nos entregó sus conocimientos».
Para los programas de Física y Astronomía, Alonso fue una
figura fundamental. Hasta 2017, dictó la cátedra de Fundamentos de
Astronomía, que ven los estudiantes de primer semestre. Sus colegas
afirman que lo eligieron para ese curso bajo la idea de que todo
estudiante que llegue nuevo a la vida universitaria debe conocer en el
primer semestre a las mayores fuentes de inspiración, a aquellos que le
llenen de ideas y de preguntas profundas sobre su existencia, y eso fue
Alonso para el Instituto de Física: una motivación para ver en el conocimiento, no un trabajo pesado, sino un proyecto de vida.
Jorge Zuluaga Callejas, su colega y amigo, lo recuerda como
una de las personas más brillantes en el manejo de los números y narra
que «era una persona muy seria pero tenía unas relaciones excelentes con
sus estudiantes. Fue un físico íntegro, ya que en las ciencias
exactas muchos tendemos a ser monocromáticos, a concentrarnos en pocas
áreas de estudio, y Alonso trascendía ese perfil: conocía de la
historia, el arte, la filosofía y la estética de la física».
Artículo relacionado: Alonso Sepúlveda, Carta Astral de un escéptico. #317 Revista Universidad de Antioquia.
Además
se le recuerda por ser el maestro de las áreas de Electromagnetismo,
Física matemática y Relatividad Espacial. Esta última fue una de las
teorías que marcaron sus preguntas y hallazgos en vida, más aun su
escritura. La poética de los cálculos matemáticos convive en sus
libros y anotaciones con viajes en el tiempo y el espacio y con el
exotismo de la luz, como lo plasmó en el El instante luminoso:
La luz, se nos ha dicho desde los días de Huygens, viaja como una onda que en el éter va hacia todos los puntos del espacio y del tiempo, hasta llegar a los cuerpos que ilumina. Es ondulación desde que nace de la materia hasta que en ella culmina su viaje o se refleja. (Página 90)
En
este mismo libro le dio voz a los personajes que admiró de la ciencia,
aquellos que le llevaron a conservar el continuo asombro con el entorno:
Giordano Bruno, Max Planck, Francisco José de Caldas, Niels Bohr, Isaac
Newton, entre otros.
Otro
de sus grandes aportes a la academia es que pudo aproximar a la física a
cualquiera que tuviera sensibilidad hacia el cosmos, «los símbolos
matemáticos excluyen a quien no los entiende y persevera la falsa idea
de que la física solo puede ser estudiada por dos o tres personas muy
hábiles con los números, pero Alonso llevaba conceptos complejos a todas
las disciplinas, con su gran conversación, con su apreciación de la
música y de las artes», sintetizó Pineda Gaviria, y concluye: «es muy triste que se haya ido pero fuimos inmensamente afortunados de haberlo tenido».
Aunque
Alonso finalizó su viaje en el espacio y el tiempo, hoy vive en la
memoria de sus estudiantes, amigos, discípulos, quienes agradecen la
experiencia de haber coincidido con él en vida. Ahora lo observan entre
las líneas de sus libros y anotaciones y a través del filtro del
recuerdo.